¿Qué deberías comer entonces?

1. Proteína magra:

Elija fuentes de proteínas como pollo o pavo sin piel, carne magra, pescado (especialmente pescado graso), tofu, tempeh y legumbres como frijoles y lentejas. Estos proporcionan aminoácidos para la reparación y el mantenimiento de los músculos.

2. Cereales Integrales:

Opte por cereales integrales como arroz integral, quinua, pan integral y avena. Ofrecen fibra, vitaminas esenciales, minerales y energía constante.

3. Grasas Saludables:

Incluya fuentes como aguacates, nueces, semillas, aceite de oliva y pescado graso. Estos proporcionan ácidos grasos esenciales, apoyan la salud del cerebro y ayudan en la absorción de nutrientes.

4. Frutas y verduras:

Consuma una variedad de frutas y verduras coloridas. Aportan vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra, esenciales para la salud en general.

5. Productos lácteos bajos en grasa:

Elija yogur, kéfir y leche baja en grasa para obtener proteínas, calcio y probióticos que mejoren la digestión y la función inmune.

6. Hidratación:

Beba mucha agua durante todo el día. Una hidratación adecuada favorece la digestión, los niveles de energía y las funciones corporales en general.

7. Limite los azúcares añadidos:

Reduzca o evite las bebidas azucaradas, los dulces y los postres. Opta por edulcorantes naturales como frutas o miel con moderación.

8. Ingesta moderada de sal:

Limite la ingesta de sal o sodio para prevenir la presión arterial alta y mantener el equilibrio de líquidos. Utilice hierbas y especias para darle sabor.

9. Alimentación consciente:

Preste atención a las señales de hambre y saciedad de su cuerpo. Come despacio, saborea cada bocado y evita comer en exceso.

Recuerde, encontrar el equilibrio dietético adecuado es personal y puede requerir algo de prueba y error según sus necesidades y preferencias individuales. Consulte a un dietista registrado o un profesional de la salud para obtener asesoramiento personalizado.