¿Qué pasa con el vino una vez abierto y caliente?

El vino que ha sido abierto y se calienta puede sufrir varios cambios que afectan a su calidad y sabor. Esto es lo que sucede:

1. Oxidación: Cuando el vino entra en contacto con el oxígeno, sufre un proceso llamado oxidación. Esta reacción hace que el vino pierda sus sabores y aromas de frutas frescas y desarrolle un color marrón. Cuanto mayor es la temperatura, más rápida se produce la oxidación.

2. Evaporación: A medida que el vino se calienta, el alcohol y otros compuestos volátiles que contiene comienzan a evaporarse. Esto puede provocar una pérdida de sabor y aroma, así como una disminución del contenido de alcohol.

3. Pérdida de Complejidad: El calor también puede hacer que los delicados sabores y aromas del vino se degraden, resultando en una pérdida de complejidad y finura.

4. Deterioro: Si el vino se expone a altas temperaturas durante un período prolongado, puede estropearse. Esto puede hacer que el vino desarrolle sabores y aromas extraños, como vinagre o fruta cocida, y que no sea seguro beberlo.

5. Cambios de color: La exposición al calor puede hacer que el color de los vinos tintos cambie de un rojo vibrante a un tono marrón. Los vinos blancos también pueden perder su apariencia clara y volverse turbios o turbios.

6. Alteración del equilibrio ácido: Las altas temperaturas pueden alterar el equilibrio ácido del vino, haciéndolo tener un sabor plano o desequilibrado.

7. Pérdida de taninos: En el caso de los vinos tintos, el calor puede hacer que los taninos se vuelvan ásperos y astringentes, dando como resultado un sabor desagradable.

Para preservar la calidad y el sabor del vino, es importante almacenarlo en un lugar fresco y oscuro con temperatura y humedad constantes. Una vez abierta una botella de vino, lo mejor es consumirla dentro de unos días y evitar exponerla al calor excesivo o a la luz solar.